viernes, 5 de septiembre de 2025

Descubre el secreto de la última tumba del cementerio

El camposanto guarda los secretos del silencio, los susurros de los que ya partieron y la memoria de los que fueron olvidados. Allí, en la última tumba, en el rincón más alejado y apartado del cementerio, reposa la fuerza más pura de los egunes: aquellos que no son visitados, que no tienen velas, ni flores, ni plegarias. Ellos representan la soledad del alma en tránsito, pero también poseen una energía poderosa y receptiva, porque ansían ser recordados y reconocidos.

Realizar un rezo de despegue espiritual en la última tumba es abrir un camino de renovación, de corte y limpieza. Es acudir a esos espíritus que han sido relegados para que intercedan y nos liberen de cargas invisibles: enfermedades espirituales, cadenas kármicas, malas influencias, sombras que nos siguen, maleficios y enredos del destino. Allí, en ese punto donde lo humano y lo invisible se cruzan, se pide la asistencia de los egunes perdidos y olvidados, quienes con gusto se acercan a levantar, despegar y enderezar nuestro camino, porque en su silencio encuentran en nosotros una oportunidad de ser escuchados.


🕯️ Rezo de Despegue Espiritual en la Última Tumba

De rodillas o con la mano derecha sobre la tierra fría de la tumba, se enciende una vela blanca o morada y se dice:

“Egunes poderosos, ánimas solitarias y olvidadas,
espíritus que caminan en el silencio del camposanto,
yo vengo ante ustedes con respeto y humildad,
a reconocer su existencia, a darles voz, luz y memoria.

Hoy me presento ante esta tumba lejana,
la última, la más callada,
porque sé que en su rincón reposa la fuerza que no es vista,
pero que todo lo escucha y todo lo alcanza.

Espíritus vagantes, recogedores, caminantes de la sombra,
yo les pido que me asistan en este momento de despegue.
Despeguen de mí las ataduras invisibles,
corten las cuerdas que me amarran al dolor,
arranquen las espinas del atraso,
derriben los muros de la envidia,
limpien los rastros de maldad que otros dejaron en mi camino.

Que caigan los velos de la oscuridad,
que se quiebren las cadenas del infortunio,
que se suelten los amarres y las trabas,
que mi espíritu quede libre como el viento,
que mi destino se abra como río que corre sin detenerse.

Egunes olvidados, yo no los olvido hoy.
Les doy palabra, les doy presencia, les doy reconocimiento.
Reciban esta vela (o esta ofrenda),
y con ella lleven mis cargas lejos, muy lejos,
donde no puedan volver a alcanzarme.

Así como me despego de las sombras,
me uno a la claridad del día,
me visto de luz, me visto de suerte,
me visto de prosperidad y protección.

En nombre de mi Ángel de la Guarda,
en nombre de mis guías protectores,
en nombre de los ancestros que caminan conmigo,
yo decreto: mi vida se endereza, mi espíritu se levanta,
mi camino se abre y mi destino se ilumina.

Ashe, Ashe, Ashe.”


🌒 Conclusión

Este rezo debe hacerse al caer la tarde o en la madrugada, cuando el cementerio guarda mayor silencio y los egunes perdidos caminan con más fuerza. Lo ideal es elegir un día de semana poco concurrido, llevar una vela, agua y, si se desea, un poco de café o pan como ofrenda.

Al salir del cementerio, no se debe mirar atrás. Se debe caminar derecho hasta la salida con fe, y al llegar a la calle, sacudirse suavemente la ropa y respirar hondo, como símbolo de haber dejado todo lo malo adentro.

Los efectos que produce este rezo son liberadores: sentirás que tu espíritu se ha sacudido, que cargas pesadas han quedado en la tumba, que tu cuerpo se aligera y tu mente se despeja. En los días siguientes, notarás cómo se abren caminos, cómo se suavizan conflictos, cómo la suerte empieza a manifestarse en pequeñas y grandes formas. Porque cada vez que uno honra a los olvidados, ellos se convierten en guardianes que acompañan, protegen y abren puertas invisibles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario