lunes, 2 de junio de 2025

¿Quién es Oya y por qué todos le temen? historia y canto🌀

Oyá: Dueña del Cementerio, Guardiana de los Vientos y Señora del Cambio
En el corazón del panteón yoruba, donde los Orishas se manifiestan con sus múltiples caminos y energías, brilla una figura majestuosa, poderosa y temida: Oyá, la Orisha de los vientos, del rayo, del remolino y de los portales entre la vida y la muerte. Ella no solo gobierna sobre los cementerios, sino que también representa el cambio, la transformación, la guerra interna y externa, y la valentía de romper con lo viejo para dar paso a lo nuevo.

Oyá, también conocida como Yansa (Iyá Mesán, "madre de nueve hijos"), es una de las Orishas más complejas y completas dentro de la religión afrocubana y el sistema espiritual yoruba. Su energía no es estática: es movimiento, revolución, evolución. Donde ella pasa, nada vuelve a ser igual.

Atributos y símbolos de Oyá
Colores: Viste con una combinación de marrón, vino, morado, rojo y blanco. A veces también se la representa con nueve colores distintos, por los nueve espíritus (Egguns) que la acompañan.

Número: El 9, símbolo de los ciclos, la muerte y la transformación.

Herramientas: El iruké (rabo de caballo), el machete, y los remolinos de viento. También lleva campanas y un abanico que invoca tempestades.

Animales: El búfalo, del cual se dice que puede tomar forma. También los murciélagos y ciertos tipos de aves nocturnas le son consagrados.

Lugar de poder: El cementerio, sobre todo la puerta del camposanto. Ella es la única que puede caminar con elegancia entre los muertos y los vivos sin perder su esencia.

estas son sus Facultades espirituales:
Oyá es la dueña y señora de los Egúns, los espíritus de los muertos, y se comunica con ellos sin temor. Es la única Orisha que puede entrar y salir del cementerio sin permiso, y es ella quien abre las puertas del Más Allá. Su energía es imprescindible en rituales donde se honran a los muertos o se pide su intervención.

Sin embargo, Oyá no es solo muerte: es la transición, es ese viento que anuncia la tormenta pero también el que despeja el cielo. Es la guerra, sí, pero también la victoria. Es la Orisha de las mujeres valientes, de las guerreras, de las que luchan solas pero con determinación.

También se le asocia con la economía, el comercio y la estrategia, porque sabe moverse entre los mundos, negociar con los vivos y los muertos. Oyá enseña que para evolucionar hay que dejar morir partes de uno mismo.

entre las Enseñanzas de Oyá: está El valor del cambio.
El camino de la orisha no es fácil, pero es necesario. Ella nos enseña a enfrentar los cambios con coraje, a no temer a la transformación, a la muerte simbólica de las viejas versiones de nosotros. Nos dice: “Si no soplas con fuerza tu propia tormenta, otros decidirán por ti lo que debe caer”.

Sus hijos y seguidores suelen ser personas intensas, de fuerte carácter, de decisiones firmes, a veces solitarios pero profundamente espirituales. Cuando se conectan con ella, aprenden a fluir con el viento de su destino y no resistirse al caos que precede al orden.
y todo se representa en este Pataki que se titula: El secreto de la transformación.
se Cuenta que en los tiempos antiguos, Oyá vivía en la tierra junto a Shangó, su amado Orisha del trueno y el fuego. Pero en aquel entonces,ella no tenía dominio sobre el viento ni los muertos. Era poderosa, sí, pero deseaba algo más: quería el conocimiento oculto, quería entender la vida después de la vida.

Un día, Olófin reunió a todos los Orishas y dijo: “Hay un poder que está vacío, esperando a quien lo reclame con sabiduría y sacrificio: el dominio sobre el portal de los Egúns.”

Muchos temieron. Nadie quería tener trato directo con la muerte.

Pero Oyá, valiente como siempre, se ofreció.

Fue a consultar con Orúnmila primero, quien le dijo: “Deberás pasar por nueve pruebas, morir simbólicamente y nacer de nuevo nueve veces. Perderás cosas que amas, pero ganarás el poder de los vientos y el respeto de los muertos.”

ella aceptó. Caminó sola en el bosque, enfrentó tempestades, fue rechazada por algunos Orishas que no comprendían su ambición espiritual. Perdió su hogar, su pareja, y hasta su nombre por momentos. Pero en su novena prueba, Oyá se cubrió con la piel de un búfalo sagrado y cruzó la frontera entre los vivos y los muertos. Allí, los Egúns la recibieron como una reina.

Desde entonces, Oyá gobierna los vientos y los cementerios. No solo se convirtió en señora de la muerte, sino en la gran transformadora del destino.

por eso Oyá no es una Orisha para cobardes. Ella se presenta cuando es hora de mover lo estancado, de barrer el polvo del alma, de abrir puertas nuevas incluso si eso significa cerrar las viejas con dolor.

Nos recuerda que no hay evolución sin muerte simbólica. Que el cambio no es enemigo, sino maestro. Que los truenos anuncian el fin, pero también el principio de algo más grande. Que lo que dejamos atrás no se pierde, se transforma.

En momentos de caos, recuerda sus palabras:
🌀 “Yo soy el viento que arrasa, pero también el que levanta las alas de quien desea volar.”
🌀 “Donde muere un ciclo, nace un destino.”
🌀 “Los muertos no callan; si los escuchas, te enseñan.”

Cuando sientas que todo cae, invocala con respeto. Tal vez no venga a salvarte, pero sí a mostrarte que tú puedes salvarte por ti mismo.
🌀 Oración a Oyá para tiempos de guerra espiritual, protección y fortaleza contra muertos oscuros.
Oh poderosa Oyá, madre de los nueve vientos,
guardiana del cementerio,
dueña del remolino y del trueno,
te invoco con humildad y con el alma en vilo.

Tú que vistes el manto del misterio,
tú que cabalgas entre los mundos
y conversas con los muertos sin temor,
ven a mí en este momento de oscuridad.

Despierta con tu soplo mi fuerza dormida,
barre con tu viento todo lo que no me pertenece,
rompe las cadenas invisibles
que me atan al miedo, al dolor y al engaño.

Oyá, que te transformaste para dominar la muerte,
cúbreme con tu iruke,
blíndame con tu abanico de tempestades,
y aleja de mi camino los Egguns oscuros
que rondan sin luz ni propósito.

Si hay muertos impuros que buscan mi cuerpo,
que encuentren tu espada en la entrada.
Si hay fuerzas que desean poseer lo que es mío,
que escuchen tu trueno y huyan despavoridas.

Madre de las puertas del Más Allá,
te pido que ningún espíritu sin luz
cruce los límites que tú custodias.
Sella con tu nombre mi cuerpo, mi mente y mi espíritu.

Que los truenos anuncien mi liberación,
que los vientos arrasen con la maldad,
que los muertos solo hablen si tú lo permites,
y que en mi pecho solo habite la paz de tu fuerza.

Oyá, guerrera, madre, transformadora,
ayúdame a no temer, a resistir, a renacer.
Así como tú pasaste por nueve muertes,
yo también renaceré más fuerte,
más sabio y más libre.

Igbá Oyá! Igbá Yansá! Igbá Iyá Mesan Orún!
Que así sea, en la tierra, en el cielo y en el Más Allá.
Ashé.


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