Imagina por un instante el murmullo incesante de las olas rompiendo en la orilla, una cadencia eterna que esconde secretos milenarios. Ahora, siente la caricia fresca de un río que serpentea entre la vegetación, un hilo de vida que fluye sin cesar. Estas dos aguas, tan distintas en su manifestación, están intrínsecamente unidas por un lazo de amor y sacrificio que pocos conocen, una historia tan profunda como el océano y tan resplandeciente como el oro del río. En la religión yoruba, estas dos aguas, el mar y el río, no son solo cuerpos de agua, sino representaciones fundamentales de la vida misma. El mar, vasto e insondable, simboliza la totalidad, el origen, la profundidad de la creación y los misterios de lo desconocido. El río, por su parte, representa el flujo constante de la vida, la dulzura, la fertilidad y la riqueza terrenal que se renueva.
¿Qué fuerza invisible conecta el azul profundo del mar con el dorado destello de un arroyo? ¿Qué misterios aguardan en las profundidades de estas corrientes, custodiados por dos deidades cuyo vínculo trasciende el tiempo y el sufrimiento? Prepárate para sumergirte en el relato de dos hermanas, dos orishas, cuyo amor mutuo forjó un pacto inquebrantable de protección, transformando la adversidad en un legado de poder y misericordia. Ellas son las Dueñas de las Dos Aguas, y su historia es un eco de esperanza para aquellos que han conocido la desolación.
Un Rezo a las Dueñas de las Dos Aguas: Yemayá y Oshún
Oh, Madres de las Dos Aguas, Yemayá y Oshún,
vuestra unión sagrada es el faro que guía mi camino.
Yemayá, Mar Profundo, vientre de la existencia,
tú que contuviste el dolor de tu hermana,
tú que con tu sacrificio sembraste la dignidad.
Tu cabellera cortada, un acto de amor inmenso,
transformó la desdicha en una corona de fortaleza.
Madre de las riquezas ocultas, de los corales y el oro,
tu abrazo es el refugio en la tormenta,
tu sabiduría, la calma tras el huracán.
Asentada en tu trono azul, observas el fluir de la vida,
protectora incansable de tus hijos y de los de Oshún.
Oshún, Río Dorado, belleza que renace,
tú que conociste la vanidad y la desolación,
tú que en el fango de la miseria te alzaste.
Tu llanto fue el llamado que movió el mar,
tu quebranto, el catalizador de la compasión infinita.
Reina del amor y la miel, del arte y la danza,
tu abanico de pavo real dispersa las tristezas,
tu risa es la melodía que alegra el corazón.
Desde el trono que tu hermana te erigió,
derramas bendiciones y dulzura,
apeteví de Orumila, tu clarividencia ilumina los senderos.
Juntas, Dueñas de las Dos Aguas, sois la dualidad perfecta:
la profundidad del mar y la fluidez del río,
la fortaleza inquebrantable y la dulzura que sana.
Vuestra representación de las dos aguas en la tradición yoruba encapsula la totalidad de la existencia: Yemayá, dueña del mar, abarca la vida, la maternidad, el subconsciente y los secretos ancestrales, mientras Oshún, dueña del río, rige el amor, la riqueza material, la fertilidad, la sensualidad y el goce de vivir. Vuestro pacto de amor es el escudo de vuestros hijos,
vuestra protección, un manto que nos envuelve.
Por vuestro sacrificio y vuestra compasión,
pedimos vuestra bendición en cada paso,
vuestra guía en cada encrucijada.
Que la claridad de Yemayá disipe las dudas,
que la dulzura de Oshún endulce los amargos tragos.
Que vuestro amor incondicional nos fortalezca,
y vuestra presencia nos recuerde que nunca estamos solos.
Ashé.
Historias de Fe y Rescate: La Ayuda de las Dos Aguas
La protección de Yemayá y Oshún no es solo una leyenda; es una realidad palpable para quienes se acercan a ellas con fe. He sido testigo, y en ocasiones protagonista, de sus intervenciones divinas en momentos de auténtica desesperación.
Recuerdo a una amiga muy cercana, que estaba atravesando una crisis financiera devastadora. Había perdido su trabajo y se sentía completamente desamparada, sin saber cómo alimentar a sus hijos. Era hija de Yemayá, y aunque tenía fe, la angustia la estaba consumiendo. Le aconsejé que se acercara a sus orishas, que les rezara con el corazón abierto. ella, con lágrimas en los ojos, fue al río y luego al mar, pidiendo ayuda. No pasó mucho tiempo antes de que sucediera algo inesperado. Un antiguo conocido, a quien no veía desde hacía años, la contactó de la nada ofreciéndole un trabajo que no solo cubría sus necesidades, sino que le permitía trabajar desde casa, dándole la flexibilidad que tanto necesitaba para cuidar de sus hijos. Sofía no tenía dudas: era la mano de Oshún, que, a través de ese conocido, tendió la dulzura y el bienestar que Yemayá había rogado para su hija. La rapidez y la forma en que llegó la ayuda solo podían atribuirse a la intervención de las Dueñas de las Dos Aguas, demostrando que cuando Yemayá ve a sus hijos en necesidad, Oshún se apresura a traer la miel.
pero no termina ahí, Otra experiencia personal también me marcó profundamente ocurrió hace unos años, cuando mi salud se vio seriamente comprometida. Los diagnósticos médicos eran desalentadores y me sentía débil, sin esperanza. Soy hijode changó y mi madre Oshún, y siempre he sentido su presencia, pero en ese momento de vulnerabilidad, también busqué el amparo de Yemayá, la gran madre. Me aferré a la historia de su sacrificio y a la protección mutua que se profesan. Recé con la convicción de que si Oshún me había dado la vida, Yemayá me daría la fuerza para aferrarme a ella. Durante mi convalecencia, experimenté una paz inusual, una sensación de ser acunado, como si las aguas del mar me envolviesen, al mismo tiempo que sentía una calidez reconfortante, como la miel de Oshún, que me infundía ánimo. Los médicos se sorprendieron con mi recuperación, que fue mucho más rápida de lo esperado. Estoy convencido de que fue la poderosa intercesión de ambas deidades, Yemayá brindando la protección vital y Oshún inyectando la energía y el optimismo necesarios para mi curación.
Estas experiencias, y muchas otras, reafirman la verdad de la leyenda. Las Dueñas de las Dos Aguas no solo son orishas; son el epítome del amor fraternal, del sacrificio por el otro y de la protección incondicional. Su historia nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, la ayuda puede llegar de donde menos lo esperamos, arrastrada por las corrientes del amor y la fe.
En los momentos de mayor angustia, cuando sentimos que las fuerzas nos abandonan, las Dueñas de las Dos Aguas, Yemayá y Oshún, representan un refugio de inmensa fortaleza y dulzura. Para invocarlas y sentir su presencia protectora, podemos recurrir a ciertos atributos simbólicos y ofrendas sencillas que resuenan con su esencia.
también vamos a aprender los Atributos para su Llamado en Momentos Difíciles.
Cuando te prepares para llamar a Yemayá y Oshún en tiempos de tribulación, considera los siguientes atributos, ya que son elementos que las representan y que facilitan la conexión con su energía:
Para Yemayá (Dueña del Mar Profundo):
El color azul: Usa una prenda de vestir azul, o busca un objeto de este color. El azul profundo, como el océano, la simboliza y atrae su vibración de calma y protección.
Conchas marinas: Si tienes acceso a ellas, unas cuantas conchas de mar son un poderoso recordatorio de su dominio y de la abundancia que emana de sus aguas.
Agua de mar: Si te es posible, recolecta un poco de agua de mar. Su presencia evoca directamente la fuerza y la purificación de Yemayá.
Siete caracoles: El número siete es sagrado para Yemayá. Siete caracoles representan sus caminos y su inmenso poder.
Para Oshún (Dueña del Río Dorado):
El color amarillo o dorado: Vístete con algo amarillo o dorado, o enciende una vela de estos colores. El amarillo y el oro son sus emblemas, representando la riqueza, el amor y la dulzura.
Miel: Un pequeño recipiente con miel es un atributo esencial. La miel simboliza su dulzura, su capacidad para endulzar las situaciones difíciles y su poder de atracción.
Girasoles u otras flores amarillas: Las flores amarillas, especialmente los girasoles, son sus favoritas. Representan la alegría, la luz y la prosperidad que ella irradia.
Cinco elementos o múltiplos de cinco: El número cinco es sagrado para Oshún. Puedes ofrecer cinco monedas de oro (o de cualquier valor), cinco caramelos de miel, o cualquier elemento en esta cantidad que resuene con su energía.
Atributos para Ambas (Las Dos Aguas):
Agua dulce y agua salada: Un vaso con agua de río (o de grifo, si no tienes acceso a un río) y otro con agua de mar, colocados juntos, simbolizan la unión de estas dos orishas y su pacto inquebrantable.
Dos velas: Una azul y una amarilla, o una azul y una dorada, encendidas juntas, representan la luz combinada de ambas en la oscuridad de tu situación.
Ofrendas Sencillas en Momentos Difíciles
La sencillez y la sinceridad son clave al ofrecer a las orishas. Lo importante es la intención y el respeto con que se entregan.
Agua fresca: Un vaso de agua fresca es una ofrenda universalmente aceptada por todas las orishas. Simboliza la pureza y el sustento.
Miel: Un pequeño plato de miel es un favorito de Oshún, y Yemayá también la acepta. Puedes mojar tus dedos en ella y pasarlos por tus labios mientras pides que endulcen tu vida.
Frutas: Frutas dulces como melón, sandía (para Yemayá) y naranjas, mandarinas o duraznos (para Oshún) son muy apreciadas. Puedes cortarlas en trozos y colocarlas en un plato limpio.
Flores: Un ramo sencillo de flores frescas, preferiblemente azules para Yemayá y amarillas para Oshún. Si no tienes acceso a flores frescas, incluso una sola flor puede ser significativa.
Perfume o esencias dulces: Unas gotas de tu perfume favorito o de alguna esencia dulce, colocadas en un pañuelo o en un algodón, pueden ser una ofrenda sutil y agradable, especialmente para Oshún.
Pan: Un trozo de pan fresco es una ofrenda de sustento y agradecimiento, que puede ser ofrecida a ambas.
Cómo hacer las ofrendas:
Busca un lugar tranquilo y limpio. Puede ser tu altar personal, un rincón especial en tu hogar o incluso cerca de un cuerpo de agua natural si tienes la oportunidad. Coloca los atributos y las ofrendas con respeto. Mientras lo haces, habla con ellas desde el corazón, explica tu situación y pide su ayuda con humildad y fe. No olvides agradecerles por su escucha y su intervención. Después de unas horas o al día siguiente, retira las ofrendas orgánicas (frutas, flores) y deséchalas en un lugar natural (si es posible, en el río o el mar, si no, en la tierra o en la basura, pero con respeto).
Al invocar a Yemayá y Oshún con estos atributos y ofrendas, abres un canal para su energía sanadora y protectora. Su amor fraternal es una fuerza poderosa capaz de transformar la desesperación en esperanza y la oscuridad en luz.
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