domingo, 8 de junio de 2025

descúbre como fué que oshun sacó a oggun del monte🔥

en El Filo Ardiente del Camino.
En lo más profundo del monte, donde el murmullo de las hojas es interrumpido por el eco de un machete, vive el alma del Orisha que nunca descansa. Su cuerpo es de hierro, su sangre es de lava, y su alma es un tambor que resuena con la fuerza de la tierra. Su nombre es Oggún, el guerrero imparable, el herrero eterno, el que camina donde otros temen adentrarse.

no nació para la calma. Fue creado por Olodumare con el propósito de construir el mundo. Y lo hizo sin palabras, solo con acción: con martillo, fuego y voluntad. Donde no había camino, él lo abrió. Donde no había herramienta, él la forjó. Donde no había esperanza, él trajo fuerza.

Patakí del Encierro de Oggún.
En tiempos muy antiguos, Oggún vivía entre los hombres. Forjaba herramientas para la siembra, armas para la defensa, y nadie pasaba hambre ni miedo gracias a su trabajo. Pero nadie le daba gracias. Le exigían más y más, lo tomaban por servidor, no por Orisha. Lo despreciaban por su rudeza, por su falta de palabras dulces.

dolido y enfurecido por la ingratitud, se fue al monte. Juró no volver jamás. Sin él, el mundo se paralizó. Las herramientas se rompían, la tierra se negaba a abrirse, las guerras se perdían. Los Orishas se reunieron: Yemayá intentó convencerlo con sabiduría, Changó con su autoridad, Obbatalá con su calma... pero Oggún no respondió. Solo Oshún, con su dulzura, tuvo la llave de su alma.

Se adentró en el monte vestida de oro y miel. Le ofreció dulzura, caricias, canto. Le habló con amor, no con órdenes. Y Oggún, con lágrimas ocultas tras el fuego de su mirada, bajó la cabeza. Entendió que no todo se forja con fuerza. Aceptó volver, pero con una condición: que se le respetara. Que se entendiera su papel. Que se honrara su sacrificio.

Desde entonces, el guerrero volvió a caminar entre los hombres… pero el monte sigue siendo su casa. Y en el corazón de cada trabajador incansable, de cada guerrero solitario, él sigue latiendo.

¿Por qué Oggún es como es?
Oggún es pasión cruda. Es intensidad sin filtro. Ama con el cuerpo, protege con los dientes, defiende con sangre. Es así porque fue hecho para resistir lo que otros no pueden. Por eso no se cansa, no se rinde, no se detiene.

Su carácter fuerte no es capricho, es armadura. Porque ha sido herido por la ingratitud. Porque ha dado más de lo que ha recibido. Pero también es justo, leal, y generoso con quien lo reconoce.

Por eso no se le adula: se le respeta. No se le promete lo que no se cumple. No se le invoca en vano. Él es el Orisha que camina a tu lado cuando trabajas sin ver el fruto aún, cuando luchas por los tuyos, cuando te levantas con dolor pero con voluntad.

¿Por qué debemos honrarlo?
Honrarlo es reconocer la fuerza invisible que nos sostiene. Es agradecer por el machete que corta el monte del destino, por el martillo que forja nuestro carácter, por el fuego que nos empuja a seguir.

A él se le ofrece aguardiente, tabaco y metales. Pero más allá de ofrendas materiales, Oggún quiere acciones justas, trabajo honrado, y corazón firme. Quiere que abramos caminos, como él los abrió.

Porque sin Oggún no hay movimiento. Sin él, la vida se estanca. Él es la sangre que corre por las venas del progreso.

Oración a Oggún, el Filo que No Se Apaga.
¡Oggún awanilé!
Dueño del hierro, forjador del destino,
guerrero del monte, corazón ardiente.
Tú que abriste el camino con machete y voluntad,
camina delante de mí, corta los obstáculos,
defiéndeme de la injusticia,
dame fuerza cuando el alma tiemble.

Que no me falte coraje,
que no me falte propósito,
que no me falte fuego.
Yo te honro con respeto,
yo te ofrezco mi trabajo,
y pido tu machete como guía.
Ashé Oggún, padre mío,
¡Ashé para los que luchan y no se rinden!
oggún awanilé.

Que nunca olvidemos que detrás del sonido del trabajo, del sudor en la frente, y de cada batalla ganada, hay un guerrero incansable que camina con nosotros. ashé.

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