Patakí de Okana Melli: Eleguá y el gallo Akuko.
Cuentan los mayores que en tiempos antiguos, cuando los animales hablaban y los secretos del cielo se compartían con la tierra, vivía un gallo orgulloso llamado Akuko. Su voz era fuerte, y su canto al amanecer anunciaba la llegada del sol y el comienzo de las labores humanas. Pero Akuko no solo cantaba al alba: hablaba más de la cuenta, divulgaba lo que veía y lo que escuchaba, sin medir las consecuencias de su lengua suelta.
Un día, Olófin escuchó rumores sobre ciertos secretos que solo Él conocía. Intrigado y molesto, quiso descubrir de dónde habían salido aquellas palabras. Fue entonces cuando Eleguá, el dueño de los caminos y mensajero de lo oculto, se presentó ante él. Con su astucia y risa pícara le dijo:
Padre, no es entre los hombres donde hallará al culpable… el que anda divulgando lo que no debe es el gallo Akuko.
Olófin sorprendido, no podía creer que un simple gallo fuese capaz de semejante atrevimiento. Pero cuando le confrontó, este no supo guardar silencio: terminó confirmando, con su propia lengua, que él había divulgado lo que escuchaba en la intimidad del cielo y de la tierra.
Enfurecido, el supremo lo maldijo de esta manera:
Por hablar de más, por no saber guardar los secretos que se confían al oído, serás entregado a Eleguá. Desde hoy, tu destino es servir como su alimento y ofrenda.
Desde ese momento, Akuko, el gallo, quedó ligado a Eleguá. Su sacrificio se convirtió en símbolo de respeto, de pago y de equilibrio, pues a través de él se apacigua al dueño de los caminos y se abren las puertas de la fortuna.
La historia enseña una lección eterna:
La lengua es la llave de la vida y de la muerte.
El hombre que habla de más, que revela lo que no debe, termina perdiendo su suerte y su paz.
Con Eleguá aprendemos que no todos los secretos deben ser revelados, y que el silencio, en muchas ocasiones, es el verdadero guardián del destino.
👉 Por eso, hasta el día de hoy, en las ceremonias y ebbós, se le ofrece el gallo a Eleguá: no solo como un alimento ritual, sino como recordatorio vivo de aquella enseñanza. Cuando se entrega a Akuko en sacrificio, se reconoce el poder de la palabra y se pide a Eleguá que cierre las bocas de los enemigos, que desvíe los chismes y que proteja los caminos del creyente.
cuando quieras callar las bocas viperinas y mal intencionadas, a parte de entregar esta ofrenda a eleguá, pon esta canción a nuestro pequeño príncipe para ayudar en esa labor y recordar su significado:
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