(Para hacer ante el altar o la bóveda espiritual)
Invocación y Alabanza:
¡Oh Dulce Madre de la Caridad del Cobre!
Lucero dorado que brillas sobre las aguas dulces,
Madre de amor, consuelo y esperanza,
dueña de los ríos, de la miel y del oro espiritual,
yo te saludo en este altar de luz,
te ofrezco mi fe, mi devoción y mi corazón rendido.
Tú que fuiste hallada sobre las olas,
flotando en las aguas como signo del amor divino,
tú que vestida de oro te apareces a los humildes,
a los enfermos, a los que sufren,
hoy me postro ante ti con humildad,
pidiéndote que tus manos amorosas
bendigan este altar y esta bóveda de mis ancestros.
Ofrecimiento y conexión espiritual:
Te ofrezco flores amarillas y miel,
agua fresca para tus caminos,
y mi palabra sincera como testimonio de amor.
Que el perfume de tus flores llegue hasta las almas que me acompañan,
que tus aguas limpien mi espíritu y renueven mi fe,
y que tu manto dorado cubra mis seres espirituales,
para que reine la armonía, la dulzura y la paz.
Petición:
Madre Caridad del Cobre, escucha mis ruegos,
intercede ante Olofi, ante Olodumare,
para que nunca falte la bendición en mi casa,
ni la salud en mi cuerpo, ni la paz en mi mente.
Abre mis caminos como el río que rompe las piedras,
endulza mis días, Madre del Amor,
para que mis palabras sean dulces como la miel
y mis obras sean fuente de luz y consuelo.
Que donde haya tristeza pongas alegría,
donde haya carencia pongas abundancia,
donde haya discordia pongas unión,
y donde haya oscuridad pongas tu luz amarilla y radiante.
Invocación ancestral (para la bóveda):
Madre Caridad, bendice las ánimas que me acompañan,
los espíritus de mis abuelos, mis guías y protectores,
que bajo tu amparo encuentren descanso y fuerza.
Que tus aguas doradas limpien sus caminos,
y que tus manos amorosas eleven su luz.
Permite que ellos, a través de tu gracia,
me inspiren, me guíen y me protejan.
Rezo de poder y cierre:
¡Caridad del Cobre, madre del Amor y la Esperanza!
Dama de los espejos y las aguas dulces,
reina de la miel, del oro y de la belleza,
hoy te entrego mi fe como ofrenda viva.
Bendice mis pasos, ilumina mis decisiones,
y no permitas que mi corazón se cierre al amor ni a la compasión.
Que tu manto dorado me cubra del mal,
y que tus lágrimas de alegría rieguen mi camino.
A ti, Madre Bella, te consagro mis pensamientos,
mi hogar, mi trabajo y mi espíritu.
Que donde yo camine, camines tú.
Que donde yo mire, brille tu reflejo.
Y que en cada palabra que pronuncie,
vibre tu dulzura y tu poder.
Así sea, así se cumpla, así se manifieste.
¡Alafia para todos los presentes!
¡Iyalodde, Yeyé Ochún, madre de la caridad, bendícenos!
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