domingo, 16 de noviembre de 2025

ORISHA OYÁ ES LA PUERTA DEL CIELO (CUIDADO CON SU PODER OCULTO)

no te pierdas hoy el material mas interesante sobre las funciones de oricha oyá dentro de su reino, y que te hará reflexionar sobre la importancia de nuestras acciones al pasar del plano terrenal al espiritual, comenzamos:
en los tiempos en que el mundo era joven y los espíritus viajaban sin rumbo entre los vivos y los muertos, reinaba un gran desorden. Las almas recién desencarnadas vagaban sin dirección, asustadas, confundidas o llenas de deseos que no habían podido cumplir. Algunas se aferraban a los vivos; otras se escondían temerosas en los montes; y otras, impulsadas por la vergüenza o la rabia, buscaban lugares oscuros para esconderse del juicio de los Orishas.

Fue entonces cuando Olódùmarè llamó a Oyá, la Reina de la Centella, la Dueña del Cementerio, la Señora de los Nueve Vientos.

—Oyá, —le dijo—, tú que dominas el soplo que separa el cuerpo del espíritu, tú que viajas entre mundos, te encomiendo el portal donde toda alma debe pasar. Tú serás la guardiana del camposanto, la primera mirada que encuentra el muerto y la última voz que escucha antes de seguir su camino. Clasificarás sus pasos y dirigirás su destino.

la orisha aceptó la misión sin temor. Sus nueve colores brillaron como tormenta naciente, y sus vientos se levantaron para limpiar el camino entre el mundo visible y el invisible.

Desde entonces, cuando un ser humano muere, su alma —aún tibia de vida— es sostenida por un viento suave que la empuja hacia el portón del camposanto. Allí, entre sombras violetas y relámpagos silenciosos, ella espera sentada sobre una piedra antigua que nunca envejece.

A su derecha, las ánimas luminosas que en vida actuaron con justicia.
A su izquierda, las almas turbias que causaron dolor.
Detrás de ella, un remolino de viento oscuro donde reposan los espíritus confusos que necesitan guía y purificación.

Cuando una nueva alma llega, Oyá se levanta. Sus pasos no hacen ruido, pero el suelo tiembla como si la tierra reconociera a su dueña.
Con la mirada ardiente, pregunta:
—¿Qué dejaste en la Tierra? ¿Qué sembraste? ¿Qué curaste y qué heriste?
No se trata de castigo ni de premio: es orden, equilibrio, verdad. Ante la orisha, ninguna máscara permanece. Las almas sienten cómo el viento les quita el peso de las mentiras, los temores y las dudas. Sólo queda la esencia.
Oyá observa el alma como si leyera un libro abierto:

primero, Las almas de buena mano:
Aquellas que ayudaron a otros, que buscaron justicia, que no dañaron sin motivo.
ella las toca con un viento cálido y les dice:
—Tu camino es claro. Sigue hacia la luz que te espera. No mires atrás.
Un portal se abre y las ánimas parten en paz.

segundo: Las almas confusas.
Los que vivieron con dolor, con traumas, con decisiones incompletas.
Para ellos, Oyá invoca un viento púrpura que gira alrededor del espíritu.
—Necesitas aprender, recordar y soltar —dice—. No temas: mis vientos te llevarán al lugar donde los ancestros te enseñarán.
Estas almas son guiadas hacia un terreno intermedio, donde los espíritus mayores les ayudan a encontrar claridad.

tercero: Las almas de sombra.
Aquellos que causaron daño con intención, que rompieron corazones sin arrepentimiento, que vivieron con crueldad o egoísmo.
Oyá no las juzga: simplemente revela su propio peso, y les dice —Lo que sembraste vuelve a ti. Mis vientos te llevarán a enfrentar tu propio rastro.
Un remolino oscuro se abre bajo sus pies, no como castigo, sino como camino de purificación profunda. Allí, el alma deberá reconocer sus actos y repararse antes de poder continuar.

un día, ,ientras la orisha realizaba su trabajo un espíritu le preguntó:
—Madre Oyá, ¿por qué tú eres quien decide?
Ella, con voz de trueno, respondió:
—Porque en mí está el viento que separa y el viento que une. Ni castigo ni premio: sólo equilibrio. Yo no juzgo. Yo revelo. Nadie cruza esta puerta sin conocerse a sí mismo, porque sólo la verdad abre el camino hacia la eternidad.

Y así es hasta hoy. Ningún espíritu pasa al reino de los ancestros sin que Oyá lo mire, lo nombre y lo clasifique. Ella, la Reina del Cementerio, mantiene el orden entre los mundos para que la vida y la muerte respiren en armonía.

después de esta historia o patakí tan hermoso, se que como a mí le surgirán algunas dudas que intentaremos disipar a través de esta explicación que te hará reflexionar sobre el cometido tan importante de oyá dentro de nuestra cosmovisión religiosa, sigue tomando nota:
el verdadero papel de orisha Oyá como Psicopompa y Guardiana del Umbral:
la poderosa orisha cumple una de las funciones más misteriosas y esenciales en el tránsito de la vida hacia la muerte: es la psicopompa, la guía que conduce las almas cuando abandonan el cuerpo y se acercan al reino ancestral.
No todas las culturas reconocen a un Orisha que se encargue directamente de esta labor tan delicada, pero en la tradición afrocubana Oyá se manifiesta justamente en ese instante en el que la materia se apaga y el espíritu comienza a recordar quién es.
Su papel no es sólo recibir las almas:
es ordenar, clasificar, proteger y custodiar la transición.
Según nuestras creencias, el último aliento humano no es un vacío, sino un viento.
Ese viento es Oyá.
Ella separa sin violencia, sin brusquedad, sin dolor: simplemente abre un camino para que el espíritu no se quede preso en el cuerpo.

Aunque Babalú Ayé cura y controla pestes, y Yewá resguarda el interior del camposanto, la puerta pertenece a Oyá.
Todo espíritu que se desprende del mundo físico pasa primero por su mirada, pues Ella reconoce:
Quién viene en paz.
Quién viene cargado.
Quién viene perdido.
y Quién viene herido.
por eso, según su vibración, los dirige al lugar donde el alma podrá continuar su evolución espiritual.
Como psicopompa, Oyá no castiga ni premia, Revela.

A cada espíritu le muestra lo que dejó en la tierra:
Sus obras.
Sus palabras.
Sus silencios.
Sus heridas.
y Sus méritos.
Cuando una vida termina, lo único que permanece es la vibración que el alma creó, y ella se encarga de ubicar esa vibración en el sitio correspondiente dentro del plano espiritual.
pero Su función no se limita al tránsito de los difuntos.
Oyá también protege:
A los que visitan el cementerio.
A los que trabajan con espíritus.
A quienes buscan paz para un difunto.
y A los médiums y espiritistas que abren portales.
Ella es la barrera entre el desorden del muerto que no entiende, y la paz del vivo que necesita caminar sin sombras ajenas.
Por eso, antes de entrar al camposanto o trabajar con egúnes, se le honra, se le habla y se le pide permiso.
como recomendación, debe siempre recitarse antes de entrar al cementerio, al atender a los ancestros, o cuando se trabaja con espíritus que necesitan luz y orden, una pequeña dedicatoria u oración a la orisha para que vigile nuestro paso en ese instante tan importante, y te dejo como ejemplo este rezo antiguo para que tengas una idea de como presentar el tuyo ante oyá:
“Oyá Yansá, Madre de los Nueve Vientos,
dueña del portal donde caminando entran los vivos
y en silencio pasan los muertos.
A ti te llamo, Reina del Remolino Divino.

Guarda mis pasos mientras cruzo tus dominios,
cúbreme con tu manta de viento
y apártame de toda sombra errante.

Que ningún espíritu turbado se acerque a mí,
que ninguna voz sin destino me siga,
que ningún muerto sin luz me reclame.

Oyá, Señora del Cementerio,
abre tus caminos para que yo entre en paz
y salga en paz.

Limpia con tu rayo lo que mis ojos no ven,
y ordena con tu poder
todo espíritu que intente cruzar mi puerta.

Oyá Yansá, Oyá Mesan, Madre del Umbral,
dame tu permiso, tu resguardo y tu bendición.
Que los vientos me guíen
y tus nueve colores me protejan.

Ashé.”

y para el final, una canción bella para homenajear su importante trabajo y que para muchos pasa desapercibido, pero que merece nuestra honra y reconocimiento. maferefun oyá yansá.

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